En nuestra visita a Córboba profundizamos en la vida de Luis de
Góngora y Argote; recorriendo los rincones de esta que inspiraron a
unos de los más grandes poetas de la literatura hispana de todos
los tiempos y al que tanto le influyó la Cultura Clásica.
Este
autor, nacido en 1561 y fallecido en 1627 en dicha ciudad,
fue uno de los mayores poetas del
Siglo de Oro, máximo represente del Culteranismo. Nombrado
racionero en la catedral de Córdoba. Compuso sonetos, letrillas de
estilo popular y los poemas extensos Soledades y la Fábula
de Polifemo y Galatea.
Su
fama fue enorme durante el Barroco, aunque su prestigio y el
conocimiento de su obra decayeron luego hasta bien entrado el siglo
XX, cuando la celebración del tercer centenario de su muerte (en
1927) congregó a los mejores poetas y literatos españoles de la
época (conocidos desde entonces como la Generación del 27) y supuso
su definitiva revalorización crítica de su obra.
BARRIO
DE LA JUDERÍA
Nace
en la Casa de las Pavas de Córdoba (denominada así por los dos
pavos reales que flanquean la entrada) de su tío Francisco de
Góngora, racionero de la catedral, en el lugar que ocupa el hoy
número 10 de la calle de Tomás Conde. Esta calle pertenece
al barrio de la Judería, cercana a los Baños Califales, es en este
barrio y en sus calles donde el autor pasó su infancia.

Cerca
está la
Plaza de las Bulas (hoy de Maimódenes). Debe su
nombre a que en ella se había establecido la venta de las bulas, en
el mismo edificio donde actualmente se ubica el Museo Taurino, una
antigua casa señorial del siglo XVI. Esta plaza se señala por todos
los estudiosos del autor como el lugar de frecuentes juegos del
Góngora niño, dada la proximidad de la casa donde nació y habitó
en sus primeros años. Otros lugares que el poeta frecuentaba también
en su infancia fueron la Huerta del Rey, espacio ya desparecido que
pertenecía a la Corona y que se haya en el tramo comprendido entre
la Puerta de Almodóvar y la Puerta de Sevilla, limitando por el
oeste con la actual Avenida del Conde de Vallellano, y el
Campo
de los Mártires, del que la tradición cuenta que toma tal
nombre esta zona porque fue la zona de la ciudad en la cual se
sacrificaron y enterraron los mártires cordobeses en tiempo de la
dominación romana.
PLAZA
DE LA TRINIDAD
En
esta plaza de la Trinidad, del centro de Córdoba, un
monumento dedicado a Luis de Góngora, el cual fue inaugurado el 23
de mayo de 1967 realizado por el escultor Amadeo Ruiz Olmos.
En
esta plaza se halla la casa, donde se piensa que murió el poeta; la
llevaba en arrendamiento de por vida y pertenecía al capellán Juan
de Mora. En la fachada aparece una lápida gris certificando que “En
este lugar murió en23 de mayo de 1627 el célebre poeta cordobés
Luis de Góngora y Argote, dedicándole este recuerdo escritores y
amantes de las letras”.
No se conocen exactamente las circunstancias de su muerte: entre el
27 de enero y el 24 de marzo del año 1626 debió sufrir en Madrid un
grave accidente, siendo atendido por los médicos de la Reina Isabel,
del que quedó parcial y temporalmente paralítico, junto a una
amnesia persistente. Don Luis fue recobrando poco a poco la salud y
se vino a Córdoba, confiando seguramente en recuperarse por
completo, hecho que no ocurrió. El día 23 de mayo murió y el 24
de mayo de 1627 fue enterrado en la Mezquita-Catedral.
MEZQUITA
DE CÓRDOBA
La
Mezquita-Catedral de Córdoba es uno de los monumentos más
importantes de la arquitectura hispano-musulmana. Fue la tercera
mezquita más grande del mundo, por detrás de las de Casablanca y La
Meca pero su importancia artística, ya desde su construcción, era
conocida en todo el Oriente y el Occidente.
En
ella se bautizó Luis de Góngora y ya adulto sería racionero de la
catedral de Córdoba, cargo al que renunciará en 1611 .Su cuerpo
permanece enterrado en la catedral, en la capilla de San Bartolomé.

Al
llegar al entorno de la Mezquita-catedral, frente a
la puerta
norte o Puerta del Perdón se encuentra la
calle Velázquez
Bosco. Nos hallamos en la antigua Calle de las Comedias, en esta
funcionó un corral en el s. XVII. En Córdoba los corrales de
comedias no estuvieron muy lejos de la Mezquita- Catedral, aunque hoy
no podamos verlos.
A
estos corrales de comedias próximos tendría don Luis la ocasión de
asistir y ver representaciones, algunas de ellas reprobables a un
clérigo, como ocurriría cuando el obispo don Francisco Pacheco le
censuró el trato con representantes de comedias y la escritura de
coplas profanas. De hecho el atractivo de las tablas le llevó a
componer a comienzos de la segunda década del siglo XVII las
comedias llamadas Las firmezas de Isabela y El doctor
Carlino.
En
el corral de comedias el espacio para el público se dividía en
patio, con lunetas y gradas en muchos casos, la cazuela, los
aposentos y los desvanes. En el patio, de pie o sentados en las
lunetas, se situaban los mosqueteros, el público más popular y
bullicioso; las gradas se reservaban para los comerciantes y gente
con oficio; las mujeres sólo podían situarse en la cazuela; y los
desvanes y aposentos se reservaban para los aristócratas y cultos,
que se reunían en tertulia. El escenario era muy simple. Se
levantaba poco más de un metro, con unas dimensiones en torno a 8 x
3 metros. Su fondo era fijo y lo articulaban tres puertas y una o dos
galerías de balcones. Los movimientos de los actores respondían a
unos códigos asimilados por el público, hecho que bastaba para
obtener la máxima teatralidad con muy pocos recursos.
BAJADA
AL PUENTE
Procedemos
a abandonar la Mezquita-Catedral, para, por la Puerta de los
Deanes, dirigirnos hacia la Puerta del Puente y al río
Guadalquivir. Nos encontraremos en la bajada al río la Puerta
del Puente, llamada así por estar situada frente al Puente Viejo
Romano que cruza el río Guadalquivir y que se trata de la que fue
puerta principal de entrada a la ciudad. Se construyó con la
estructura de un arco de triunfo. Fue construida en el s. XVI por
Hernán Ruiz III, durante el reinado de Felipe II.
Junto a la puerta se encuentra se encuentra un monumento a Góngora,
en el que aparece el soneto A Córdoba que escribió con
motivo de su nostalgia a su tierra natal:
¡Oh
excelso muro, oh torres coronadas
De honor, de majestad, de
gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de
Andalucía,
De arenas nobles, ya que no
doradas!
¡Oh fértil llano, oh
sierras levantadas,
Que privilegia el cielo y
dora el día!
¡Oh siempre glorïosa
patria mía,
Tanto por plumas cuanto por
espadas!
Si entre aquellas rüinas y
despojos
Que enriquece Genil y Dauro
baña
Tu memoria no fue alimento
mío,
Nunca merezcan mis ausentes
ojos
Ver tu muro, tus torres y tu
río,
Tu
llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!
Nuestro
recorrido continúa bordeando la Mezquita-Catedral por C/
Corregidor Luis de la Cerda hasta llegar a las calles
Alfayatas, Zapatería Vieja, Badanillas, Calderos, Calceteros.
Estamos en el barrio de los oficios. Continuamos el recorrido por
la calle Badanillas hasta llegar a la calleja Cabezas, en
dirección a la casa-palacio donde se ha creado la Fundación-Museo
de Góngora o Casa Góngora, como ahora se le llama, recinto de
exposiciones hasta ahora. Esta calleja mencionada nos lleva al S. X
con un episodio truculento que ha quedado recogido en el Cantar de
los infantes de Lara, en la Crónica General y en el Romancero
Viejo.
Continuamos
nuestro paseo hasta alcanzar la Puerta del Portillo de Mercaderes,
llegando en este punto a la calle de San Fernando. Enfilamos por la
calle San Francisco y en breve estamos en la Plaza del Potro.
PLAZA
DEL POTRO
En
ella se haya la Posada del Potro, la cual está declarada como
Monumento Arquitectónico-Artístico y es actualmente propiedad del
Ayuntamiento de Córdoba que la ha transformado en espacio de
encuentro cultural, hoy dedicado a actividades relacionadas con el
flamenco.
Este mesón, junto con el del Sol, el del Toro y el de la Herradura,
entre otros, fueron destacados en tiempos de don Luis, la mayoría
pertenecientes al cabildo catedralicio, para quien constituían
notable fuente de ingresos.
La
posada del Potro se trata de una posada cuyos orígenes se remontan
a los siglos XIII y XIV y que era, lugar de descanso para traficantes
de ganado y mercaderes que acudían a la ciudad. Su estructura es la
de una vivienda típica del siglo XV, en la que sus habitantes vivían
en dependencias que rodeaban a un patio común. En el interior se
conservan casi intactos las cuadras, la galería alta con sus
barandas, soportes y tejadillo de madera, pequeñas habitaciones y el
patio, que se han mantenido intactos casi seiscientos años. Aunque
ha perdido dos o tres habitaciones, que fueron englobadas por casas
adyacentes.
Fue lugar también de comedias durante los siglos XVI y XVII y
frecuentado por don Luis, a pesar de estar vedado a los miembros de
la Iglesia. Por ella habrían pasado personajes como Cervantes,
Góngora y Quevedo, que la citan en sus obras. Cervantes lo incluye
en una curiosa enumeración de espacios relacionados con el hampa:
“...buscando
aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de
Priarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, La Olivera de
Valencia, Rondilla de Granada, playa de Sanlúcar, Potro de Córdoba
y las Ventillas de Toledo y otras diversas partes.”
Otro
famoso pícaro de nuestra literatura, Estebanillo González,
se refiere a esta plaza como una de las facultades donde los de su
profesión podían alcanzar el grado de doctores:
“Llegué
a Córdoba a confirmarme por Angélico en la calle de la Feria, y a
refinarme en el agua de su Potro porque después de haber sido
estudiante, paje y soldado, sólo este grado y caravana me faltaba
para doctorarme en las leyes de profeso”.
Don
Luis de Góngora también alude al lugar en un romance de 1585 para
indicar que nadie nacido en El Potro puede ser víctima fácil de un
engaño, por lo que las famosas damas pedigüeñas que tanto aparecen
en los textos del Siglo de Oro, deberán buscar en otra parte a quien
embaucar:
Si
las damas de la corte(1)
quieren
por dar una mano
dos
piezas del toledano,
y
del milanés un corte,
mientras
no dan otro corte,
busquen
otro,
que
yo soy nacido en el Potro.
Si
por unos ojos bellos,
que
se los dio el cielo dados,
quieren
ellas más ducados
que
tienen pestañas ellos,
alquilen
quien quiera vellos,
y
busquen otro,
que
yo soy nacido en el Potro.
Si
un billete(2) cada cual
no
hay tomallo ni leello,
mientras
no le ven por sello
llevar
el cuño real,
damas
de condición tal,
buscad
otro,
que
yo soy nacido en el Potro.
Si a mi demanda y
porfía(3),
mostrándose
muy honestas,
dan
más recias las respuestas
que
cañones de crujía,
para
tanta artillería
busquen
otro,
que
yo soy nacido en el Potro.[...]
1.
Juego de palabras con la palabra corte: a) Conjunto de personas que
acompañan a un rey, príncipe o personaje real. Acompañamiento,
comitiva, séquito.b) Trozo de tela u otro material semejante con
que se confecciona una *prenda: "Un corte de vestido", en
este caso de los valiosos de Milán. c) El autor, probablemente,
deje el significado a voluntad del lector.
2.
Se alude a la desconfianza e interés material de las damas.
3.
Se evoca la dureza de carácter con que las damas tratan a quien las
corteja en pro de su honestidad.
Continuamos
la ruta por la calle Armas hasta alcanzar la Plaza de Las
Cañas, denominación debida a los juegos de cañas y otros
festejos celebrados desde la Edad Media. Luis de Góngora alude a
esta costumbre en su famosa letrilla Hermana Marica:
Mañana,
que es fiesta,
No
irás tú a la amiga(1)
Ni
yo iré a la escuela.
Pondraste
el corpiño(2)
Y
la saya(3) buena,
Cabezón(4)
labrado,
Toca
y albanega(5);
Y
a mí me podrán
Mi
camisa nueva,
Sayo(6)
de palmilla(7),
Media
de estameña(8);
Y
si hace bueno
Trairé
la montera(9)
Que
me dio la Pascua
Mi
señora abuela,
Y
el estadal(10) rojo
Con
lo que le cuelga,
Que
trajo el vecino
Cuando
fue a la feria.
Iremos a misa,
Veremos
la iglesia,
Darános
un cuarto
Mi
tía la ollera.
Compraremos
dél
(Que
nadie lo sepa)
Chochos(11)
y garbanzos
Para
la merienda;
Y
en la tardecica,
En
nuestra plazuela,
Jugaré
yo al toro
Y
tú a las muñecas
Con
las dos hermanas,
Juana
y Madalena,
Y
las dos primillas,
Marica
y la tuerta;
Y
si quiere madre
Dar
las castañetas(12),
Podrás
tanto dello
Bailar
en la puerta;
Y al son del adufe(13)
Cantará
Andrehuela:
No
me aprovecharon,
madre,
las hierbas.
Y
yo de papel
Haré
una librea (14)
Teñida
con moras
Porque
bien parezca,
Y
una caperuza (15)
Con
muchas almenas;
Pondré
por penacho
Las
dos plumas negras
Del
rabo del gallo,
Que
acullá en la huerta
Anaranjeamos(16)
Las
Carnestolendas(17);
Y
en la caña larga
Pondré
una bandera
Con
dos borlas blancas
En
sus tranzaderas;
Y en mi caballito
Pondré
una cabeza
De
guadamecí(18)
Dos
hilos por riendas;
Y
entraré en la calle
Haciendo
corvetas(19),
Yo
y otros del barrio,
Que
son más de treinta;
Jugaremos
cañas(20)
Junto
a la plazuela,
Porque
Barbolilla
Salga
acá y nos vea;
Bárbola,
la hija
De
la panadera,
La
que suele darme
Tortas
con manteca,
Porque
algunas veces
Hacemos
yo y ella
Las
bellaquerías
Detrás
de la puerta.
1.
Amiga. Maestra de escuela de niñas. Escuela de niñas.
2.
Corpiño. Prenda de vestir que cubre el cuerpo hasta la cintura,
ajustada y sin mangas. *Chaleco, *jubón
3.
Saya. Vestidura talar antigua, especie de túnica, que usaban los
hombres.
4.
Cabezón.Lista de lienzo doblado que se cosía en la parte superior
de la camisa y, rodeando el cuello, se aseguraba con unos botones o
cintas.
5.
Albanega: Especie de cofia o red para recoger el pelo, o para cubrir
la cabeza.
6.
Sayo: Prenda de vestir holgada y sin botones que cubría el cuerpo
hasta la rodilla.
7.
Palmilla: Cierto género de paño, que particularmente se labraba en
Cuenca.
8.
Estameña: Tejido de lana, sencillo y ordinario, que tiene la
urdimbre y la trama de estambre.
9.
Montera. Prenda para abrigo de la cabeza, que generalmente se hace
de paño y tiene varias hechuras, según el uso de cada provincia.
10.
Estadal. Cinta bendecida en algún santuario, que se suele poner al
cuello.
11.
Chochos: Altramuz. Confite, peladilla o cualquier fruto pequeño.
12.
Castañeta: Castañuelas.
13.
Adufe: Pandero morisco.
14.
Librea: Vestido uniforme que usaban las cuadrillas de caballeros en
los festejos públicos.
15.
Caperuza: Bonete que remata en punta inclinada hacia atrás.
16.
Anaranjear. juego de niños que consistía en tirar naranjas contra
el gallo en carnaval cara castigar su lujuria.
17.
Carnestolendas: Carnaval.
18.
Guadamecí. Cuero adobado y adornado con dibujos de pintura o
relieve.
19.
Corveta: Movimiento que se enseña al caballo, haciéndolo andar con
los brazos en el aire.
20.
Jugar cañas. Fiesta de a caballo en que diferentes cuadrillas
hacían varias escaramuzas, arrojándose recíprocamente las cañas,
de las que se resguardaban con las adargas.
Para
terminar nuestra ruta, Continuamos hacia la más famosa plaza
cordobesa: La Corredera. En la Edad Media era un mercado al aire
libre, una explanada que fue cerrándose durante los siglos XVI y
XVII hasta adquirir la actual estructura. Su extensión la hizo
idónea para la celebración de juegos de cañas y fiestas de toros,
de ahí el nombre de Corredera y el de Toril, que tiene la estrecha
calle que desde el lado este desemboca en la plaza. En las grandes
festividades se alquilaban ventanas y balcones para presidir los
espectáculos, debiendo abandonarlos sus inquilinos habituales
En
1571, cuando Góngora contaba diez años, se celebraron diversas
representaciones, simulacros bélicos, combates navales y mascaradas
en exaltación de la batalla de Lepanto, según Ramírez de
Arellano.
La
afición taurina se hallaba muy desarrollada en Córdoba y
provincia. Todas las clases sociales acudían, incluso los
eclesiásticos. La nobleza y los caballeros rivalizaban en estas
fiestas..
Rafael
Alberti escribió esta letrilla A don Luis de Góngora y Lagartijo
rememorando su afición a los toros:
Tu capotillo don Luis,
tu
capotillo de oro,
¡mira
que me coge el toro!
mi
amante con su querido
me
está poniendo los cuernos,
ya
suelte taco o ternos
soy
un cabrón consentido,
si
quiero mirar erguido
me
pesa la frente y lloro.
Tu
capotillo don Luis,
tu
capotillo de oro,
¡mira
que me coge el toro!
Todas las noches del año
el
hijo de la gran puta
con
mi amante prostituta
va
y viene del coro al caño
y
por si no es poco el baño
viene
y va del caño al coro.
Tu
capotillo don Luis,
tu
capotillo de oro,
¡mira
que me coge el toro!
Esta
plaza pudo ser en época romana el antiguo circo de la ciudad, ya que
está cercano a los restos del templo dedicado al culto imperial
(esto es, a los emperadores romanos divinizados). El conjunto comenzó
a construirse en época del emperador Claudio (41-54 d. C.) aunque no
se culminaría hasta el reinado de Domiciano (81-96 d. C.).